El mito de Sísifo, escrito por Albert Camus en 1942, es un ensayo filosófico que se erige como el texto fundacional del pensamiento del absurdo. Camus parte de una pregunta radical: ¿vale la pena vivir si la vida carece de sentido? Frente a un universo indiferente, donde no hay respuestas últimas ni promesas de trascendencia, Camus diagnostica una confrontación: la tensión irresoluble entre el deseo humano de significado y el silencio del mundo. A esta fricción la llama “el absurdo”.
Camus rechaza tanto el suicidio físico como el “suicidio filosófico” (el salto hacia la fe o cualquier esperanza trascendente), pues ambos eluden el enfrentamiento lúcido con la falta de sentido. En lugar de evadir el absurdo, propone habitarlo conscientemente, con una ética basada en tres pilares: rebelión, libertad y pasión. El ser humano no puede cambiar el absurdo, pero sí puede afirmarse frente a él, vivirlo sin negarlo y encontrar valor en la propia lucha.
Camus ejemplifica su propuesta con cuatro figuras del “hombre absurdo”: el seductor (Don Juan), el actor, el conquistador y el creador, quienes expresan distintas formas de vivir intensamente sin apelar a una finalidad externa. Todos ellos, en su estilo de vida, se niegan a someterse a dioses, ideologías o esperanzas salvadoras.
El mito de Sísifo no propone una solución al sinsentido de la vida, sino una forma de dignidad en medio de él. Su filosofía no es pesimista, sino una defensa lúcida y trágica de la libertad individual, de la vida sin justificaciones metafísicas y del coraje de crear valor en un mundo sin garantías.
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